El Betis es una forma de vida, una pasión incontrolada que no responde a la coherencia.

El Betis es arte, alegría, pena, rabia, impotencia y satisfacción.

Para mí, el Betis es un orgullo, un privilegio, una unión entre muchos que defienden las trece barras, un hermanamiento entre desconocidos y una comunidad de locos de la cabeza.

Para mí, el Betis es su manque pierda, su estadio, es Joaquín, Rubén Castro, Luis del Sol, Eusebio, Rogelio, Esnaola, Cardeñosa y Gordillo.

Para mí, el Betis es muchas veces mi estado de ánimo y, sobre todo, por encima de todas las cosas, el Real Betis Balompié es la forma que me enseñaron de afrontar la vida. Nunca te rindas, nunca desfallezcas, lucha hasta el último de tus alientos y cuando pienses que ya no puedes más, levántate y sigue luchando.

El Real Betis Balompié es eterno, es el latir de una ciudad, son mareas llenas de pasión, es historia viva de nuestra realidad, son anécdotas atemporales y genios que han llevado su escudo por bandera.

Y con todo eso rozo la milésima parte de lo que significa su majestad el Real Betis Balompié.

Por todo eso y más. ¡Viva el Real Betis Balompié!