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SENTIR EL BETIS DESDE LEJOS

Opinión creada por ✍️José Antonio @chirri1991

Hace 13 años mi mujer y yo siendo muy jovencitos, decidimos poner rumbo a Mallorca para buscar un buen futuro, dejando atrás a nuestros seres queridos y nuestras vidas.
Por aquel entonces solo pensaba en mi familia, hasta que me di cuenta de que también echaba de menos a mi Betis.

Echaba de menos estar cerca de algo que considero como alguien de mi familia.
Llegar semana tras semana y no poder sentir ese aliento de la mejor afición del mundo, ni ver a esos jugadores corriendo detrás de la pelota que, aunque para muchas personas solo sean 22 tíos detrás de un balón, para mí es muchísimo más.

Como dice mi niña: “El Betis es como tu hermano pequeño, al que tienes que mimar y cuidar.”
Y así lo siento yo.

Por eso me enfada —y mucho— cuando leo por redes sociales a muchos béticos hablando mal del Betis, hasta el punto de llegar al cachondeo. No lo entenderé nunca, con lo difícil que es sentir el calor del Betis desde lejos, y ellos, que lo sienten tan cerca, lo tratan así…

Hace aproximadamente dos años descubrí en Twitter estos maravillosos espacios donde solo se habla de Betis (ya que la prensa sevillana no me gustaba nada por cómo trataba a mi Betis).
Gracias a esos espacios conocí a mi gente: gente que veía al Betis como lo veo yo. Personas que, aunque a algunos no los conozca en persona, considero hoy mis amigos. Me abrieron de par en par las puertas de esta maravillosa peña, una peña que considero ya como algo mío.

Ellos me hacen sentir al Betis mucho más cerca, permiten que los béticos que vivimos lejos de Sevilla (o por lo menos a mí) podamos sentir el calor del Villamarín, o ahora de la Cartuja.

Qué bonito es poder celebrar las victorias junto a personas que sienten el Betis como yo.
Qué bonito es estar tristes juntos en las derrotas.
Qué bonito es sentir al Betis más cerca gracias a estas personas que, lo vuelvo a repetir, son mis AMIGOS.

Una de las cosas de las que más orgulloso estoy es de haberle transmitido mi beticismo a mi princesa.
Mi niña es bética… incluso podría decir que más que yo.

Me siento orgulloso porque en estos tiempos, donde todo gira alrededor de Madrid y Barcelona, viviendo lejos de mi tierra y con la madre queriéndole meter por el mal camino del Barcelona, aún así mi niña siente nuestros colores. Eso para mí no tiene precio.

Esta semana, gracias a mi amigo Manu, que me va a ceder su abono (otra cosa que no entenderé de algunos béticos que negocian con los abonos), podré volver a estar cerca de mi Betis.
Y no será contra cualquiera: será contra el Barcelona.

Son tantos los nervios que, para que os hagáis una idea, una semana antes ya tengo preparada mi ropa.
Cada noche, cuando me voy a dormir, pienso en cómo será ese momento: la entrada al estadio, buscar mi asiento, y ese instante único en el que suene el himno, mi himno.

Solo de escribir esto… solo de pensarlo… me tiemblan las piernas.

Porque sentir al Betis desde lejos es difícil…
pero volver a sentirlo de cerca es uno de los regalos más grandes que puede tener un bético.

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