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Iluminados hacia Europa

Opinión creada por ✍️ @Miguel_Menudo

La victoria de nuestro Real Betis por 3-0 ante el RCD Mallorca ha dejado algo más que una goleada y tres puntos en el casillero: ha reafirmado la sensación de estructura firme, de proyecto que toma forma visible y la suficiencia propia de un equipo que aspira a alcanzar altos puestos clasificatorios a final del curso.

Si uno observa al Betis desde una mirada casi arquitectónica -como quien contempla los andamios de un estadio aún inacabado—, esta nueva victoria en la Cartuja de Sevilla marca el momento en que las estructuras comienzan, por fin, a sostenerse por sí mismas.

El gran protagonista fue Antony, que firmó otra de sus actuaciones brillantes y continúa empeñado en malacostumbrar a la hinchada bética. Pero, ¿qué decir? Su talento imprevisible, su vuelo poético y su descaro con el balón lo convirtieron en el auténtico iluminado de la noche. Con su desborde y carácter, abrió las grietas necesarias en la defensa mallorquinista para resolver el partido. Si bien hay futbolistas que construyen juego; Antony, en cambio, parece diseñar espacios.

A su alrededor, el resto del equipo respondió con la misma armonía. Lo Celso volvió a ser el faro y guía; Pablo Fornals y Amrabat dieron el equilibrio necesario en la medular; Natan y Barta ofrecieron seguridad atrás, y, los muchas veces olvidados, Abde, Cucho Hernández o Héctor Bellerín trabajaron con la generosidad del que entiende que el fútbol también se edifica desde el sacrificio. El resultado fue un Betis aplastante y más firme, aún con la convicción que había mostrado en jornadas anteriores.

Este Betis de Manuel Pellegrini, maestro de obra de largo recorrido, sigue siendo una construcción compleja. No se levanta de un día para otro, ni se mantiene sin ajustes constantes. Hay líneas de fuerza -la solidez defensiva, la madurez de sus veteranos, el impulso de sus jóvenes- que comienzan a definir el plano general y promete alegrías durante la temporada.

En el horizonte espera ya el Olympique de Lyon, una cita europea que exigirá lo mismo que cualquier buena estructura: solidez en la base y belleza en la ejecución. Europa no perdona fallos estructurales, y ahí el Betis deberá mostrar que su obra es ya resistente, amén de avanzar hacia la clasificación entre los ocho mejores conjuntos de la competición continental.

Mientras tanto, las obras del nuevo Benito Villamarín avanzan con más pausa que prisa, casi en un compás de espera que empieza a inquietar a sus futuros moradores. Pese a la lejanía de la Cartuja, la afición ya parece haberse acostumbrado a esta nueva realidad transitoria y desplazado su atención al césped, donde realmente se están levantando los cimientos del futuro. Porque al final, los verdaderos andamios del Betis son su gente, su estilo y su identidad.

Creo que ser bético siempre ha tenido algo de oficio artesanal. Se trata de creer, de perseverar y de entender que lo bello tarda en construirse, pero cuando se logra, perdura.

Porque el Betis no se explica solo en victorias, derrotas o clasificaciones: se entiende, como toda buena arquitectura, en términos de emoción, de pertenencia y de belleza.

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